Modulo III: Importancia del Juego de la Educación Física

viernes, 20 de noviembre de 2009

Características y finalidad de los juegos
colectivos

Lo que justifica la inclusión de juegos colectivos como contenido escolar en el tratamiento de la formación ciudadana o política (ciudad, polis, ciudadanía, política) es que ellos mismos son ejercicios políticos o de ciudadanía: implican la libertad de participar o no, la participación plena una vez decidida, el consenso de reglas y el compromiso de su respeto, la cooperación, la oposición, la reciprocidad, la asociación y el conflicto
Los juegos colectivos (otros también, pero estos principalmente) posibilitan tratar contenidos de la formación política o para la ciudadanía tanto en su dimensión conceptual como procedimental y valorativa, esto es, constituyen un ejercicio político-ciudadano en el que hay que saber, saber hacer y sostener actitudes consecuentes con un ethos, es decir, un modo de relación respecto de la actualidad, una elección voluntaria, una manera de pensar y de sentir, también una manera de obrar y conducirse que marca una pertenencia y a la vez se presenta como una tarea. En fin, una actitud que encarna en cada uno en relación con los otros, consigo mismo y con el saber.

Algunas Características de los Juegos

  • Los juegos no responden a ninguna finalidad exterior a ellos: son ficciones cuyo único fin es el placer de apropiarse simbólicamente de las situaciones que no pueden resolverse en la realidad; en sus juegos los niños se constituyen como sujetos activos, se adueñan de las situaciones y les otorgan un orden propio, distinto del de la realidad. Toda vez que una actividad se vuelve útil, se subordina como medio a un fin, pierde el carácter de juego y, con él, sus posibilidades de recrear activamente las situaciones de la realidad.

Esta característica nos impide suponer que podemos utilizar juegos para que los niños aprendan conceptos, procedimientos y valores relacionados con la convivencia o que pueden aprender a convivir por el sólo hecho de jugar. Por otra parte, nos advierte que no podemos interferir la actividad lúdica de los chicos porque los juegos constituyen un orden propio de los jugadores, en el que cualquier interferencia de la realidad externa interrumpe la ficción y detiene el juego.

  • Los juegos requieren saberes previos, es decir, algún dominio de habilidades prácticas, intelectuales y/o sociales, aunque ninguno exige que ese dominio sea completo.

Esta característica nos explica por qué los niños no juegan con lo que no conocen ni con lo que conocen demasiado: porque los juegos son, ante todo, representaciones que se sitúan entre lo que no es interesante por demasiado conocido o fácil y lo que por desconocido no puede representarse o realizarse. También nos indica que debemos elegir juegos que estén dentro de las posibilidades de representación y realización de los alumnos y alumnas.

  • Las reglas de los juegos no pueden imponerse desde afuera sino que resultan de la aceptación o de los acuerdos de los jugadores, quienes pueden modificarlas mediante nuevos acuerdos; jugar es un ejercicio de libertad en el cual los jugadores resuelven cuándo crear las reglas y cuándo aceptarlas o modificarlas, incluso deciden con qué jugar y con qué no, cuándo jugar y cuándo dejar de hacerlo.

Esta característica tiene dos consecuencias prácticas importantes: por un lado implica que son los chicos, más allá de nuestras intenciones y propuestas, quienes deciden jugar o no (y ellos pueden hacer como que juegan); por el otro nos señala que debemos poner las reglas en sus manos para que resuelvan aceptarlas, modificarlas o crear otras, lo cual resulta decisivo para que incorporan efectivamente el valor de la regla. En esto los juegos se diferencian de los deportes, en los cuales las reglas son externas, están instituidas y sólo puede cambiarlas la institución que rige los destinos de ese deporte.

  • Todos los juegos tienen reglas pero cuántas más reglas tienen menos juego son.

Las actividades minuciosamente reglamentadas limitan las posibilidades de recrear activamente la realidad con los elementos materiales y subjetivos que se tienen al alcance. Las reglamentaciones minuciosas, como son las de los deportes, eliminan del juego la ficción que permite resolver la realidad y hacen del juego mismo la realidad a resolver.

  • Para que haya juegos hace falta una convención por la cual los adultos acuerdan a las actividades lúdicas infantiles el carácter de juego, convienen en que lo que los niños hacen es jugar, es ficción, es “de mentirita”.
Esto no significa que los maestros deben jugar con sus alumnos siempre y necesariamente (aunque es conveniente que lo hagan de vez en cuando) ni que deben autorizar los juegos de sus alumnos y alumnas explícitamente cada vez, pero hace imprescindible que sepan respetar el acuerdo de que jugar está permitido y sostenerlo cuando la realidad invade la ficción y detiene el juego (es decir, no prohibir jugar apenas los niños discuten o pelean)

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